La sexualidad es una parte integral de la experiencia humana y desempeña un papel crucial en la calidad de vida de las personas. Debemos tener en mente que la sexualidad no hace referencia únicamente a las relaciones sexuales como tal, sino a una dimensión compleja del ser humano que abarca temas muy diversos y amplios como la orientación sexual, la identidad de género, la autoestima… Así, una vida sexual sana no se refiere únicamente al aspecto físico, sino también al mental y emocional. En esta entrada te contamos qué factores contribuyen a lograr una vida sexual sana, y qué beneficios te puede aportar.
¿Qué es una vida sexual sana?
De forma simple, una vida sexual sana consiste en tener bienestar físico, psicológico, emocional y social en torno a cómo percibimos y vivimos nuestra sexualidad. Esto significa, por ejemplo, poder tomar decisiones sobre nuestro cuerpo de forma libre e informada. Sin embargo, es importante notar que la vida sexual saludable no tiene una definición única y universal, y que cada persona y pareja tiene sus propias necesidades, deseos y límites.
¿Cuáles son los efectos positivos de una vida sexual sana?
Tener una vida sexual sana tiene gran cantidad de beneficios en nuestras vidas. Entre estos se encuentran:
- Mejora de la salud mental: vivir en sintonía con nosotros mismos puede ser un factor relevante para no tener problemas de ansiedad, depresión, y otras dificultades.
- Mejora de las relaciones sexuales: inevitablemente, tener una vida sexual sana va a implicar que nuestras relaciones sexuales sean mejores, que nos atrevamos a innovar, que nos dejemos llevar más… En definitiva, que podamos sentir más placer.
- Mejora de la autoestima, al sentirnos en sintonía con nuestro cuerpo.
- Mejora de la relación con la pareja
¿Cómo tener una vida sexual sana?
- Salud física: decidir de forma libre qué método anticonceptivo utilizar para que no ocurran embarazos no deseados ni podamos contraer ninguna ITS, es una parte importante de una sexualidad sana. Así, por ejemplo, muchas mujeres comienzan a tomar la píldora por presión social o de su pareja, aunque les pueda sentar mal. Tomar este tipo de decisiones de forma independiente y consensuada es de lo más importante. Además, practicar actividad física de forma frecuente y tratar de seguir una dieta equilibrada pueden tener un impacto significativo en la función sexual.
- Salud mental: factores como la ansiedad o la depresión pueden perjudicar otras parcelas de nuestras vidas. Para poder disfrutar de nuestra sexualidad en su totalidad es relevante trabajar otras parcelas de nuestra vida previamente.
- Conocimiento: la educación sexual desempeña un papel crucial en el desarrollo de una vida sexual saludable. Así, tener los conocimientos necesarios sobre cuestiones como la fisiología y la psicología sexual contribuye a la toma de decisiones informadas. El conocimiento sexual no solo se trata de conocer los aspectos más técnicos, sino también de comprender la diversidad de las experiencias sexuales y respetar las emociones individuales, tanto nuestras como de los demás.
- Autoconocimiento: saber qué nos gusta, qué no, qué nos apetece en cada momento, cómo funciona nuestro cuerpo, etc. es muy relevante para nuestra salud sexual. Ejercicios como la autoexploración o autoobservación pueden resultar muy útiles para ello. Trabajar en aceptarnos permite eliminar muchas barreras que pueden entorpecer nuestra vida sexual.
- Límites: ser conscientes de nuestros límites, así como transmitirlos a las otras personas es crucial para disfrutar de una vida sexual plena y sana.
- Comunicación: comunicar aspectos sobre cómo nos sentimos, qué nos apetece, qué fantasías tenemos, etc., así como escuchar a las otras personas, contribuye a crear un espacio seguro donde podamos sentirnos a gusto y no juzgados. Una buena comunicación es relevante para construir un espacio de intimidad y conexión emocional.
- Respeto: el respeto mutuo es un componente fundamental de cualquier relación saludable. Respetar los límites y las decisiones de la pareja, así como ser consciente de las necesidades y deseos de esta, es esencial para mantener una vida sexual plena. La ausencia de respeto puede conducir a tensiones y conflictos que afecten muy negativamente la calidad de la vida sexual.
Finalmente, al tener una relación de pareja de largo recorrido, como suele ocurrir en el matrimonio, la variabilidad y la flexibilidad pueden ser elementos clave de una vida sexual saludable. Esto implica tener la capacidad de adaptarse a las necesidades cambiantes de uno mismo y de la pareja, pues la sexualidad individual evoluciona constantemente. Así, experimentar con nuevas prácticas que les apetezcan a los dos, tratando de mantener ese espacio de intimidad donde poder expresarse y crecer contribuye a mantener una vida sexual más diversa y menos monótona, pues, en ocasiones, la falta de variedad puede conducir a la insatisfacción.
En conclusión, una vida sexual saludable es el resultado de una combinación de factores en torno al autoconocimiento, la conexión emocional y la comunicación con la otra persona. Así, como hemos visto, la calidad de la vida sexual no se mide en términos de frecuencia o intensidad, sino en la capacidad de los individuos y las parejas para experimentar intimidad y satisfacción en un ambiente de respeto. Cultivar una vida sexual saludable requiere esfuerzo y compromiso continuo, pero los beneficios en términos de bienestar y felicidad son duraderos y significativos.
Referencias
Brown, D., Sarah, K., & Susannah, S. J. (2009). Sex, sexuality, sexting, and sex ed. Integrated Research Services, 16, 12-17.
Lefkowitz, E. S., & Vasilenko, S. A. (2014). Healthy sex and sexual health: New directions for studying outcomes of sexual health. New Directions for Child and Adolescent Development, 2014(144), 87-98.
Xavi Ponseti
Col. Nº B-03138