¿Qué es el trastorno por atracón?
Se define como trastorno por atracón al desorden caracterizado por episodios de ingesta compulsiva y recurrente. Entendemos ingesta compulsiva como la conducta de ingerir grandes cantidades de comida con rapidez y en un breve espacio de tiempo, en ausencia de sensación de hambre. Además, la persona que lo padece percibe que no puede controlarlo; se siente incapaz de parar de hacerlo y suele experimentar malestar, intensos sentimientos de culpabilidad y vergüenza a posteriori.
En este caso, el acto de comer no responde, por tanto, a una sensación fisiológica de hambre, sino que es utilizado como estrategia para hacer frente a la ansiedad o al malestar.
Generalmente, se tiene preferencia por comida muy calórica y poco saludable como alimentos procesados (bollería industrial, frituras…). Sin embargo, en algunos casos, pueden darse los episodios de atracones compulsivos con alimentos saludables. Por este motivo, más que poner el foco en el tipo de alimentos que se ingieren, nos debemos centrar en la relación que la persona mantiene con la comida y valorar si la utiliza como estrategia para reducir su malestar más que para satisfacer su hambre fisiológica.
Por otro lado, teniendo en cuenta la sensación de pérdida de control, únicamente señales como dolor de estómago, episodios de indigestión o náuseas a consecuencia de la elevada cantidad de comida ingerida, pueden frenar esta conducta.
Dado que las personas que padecen este trastorno suelen ocultarse al realizar estas conductas por vergüenza, en ocasiones resulta difícil detectarlo ya que puede afectar a personas aparentemente sanas.
En este escenario, resulta esencial aclarar que el trastorno por atracón no va directamente asociado a personas con sobrepeso u obesidad, aunque a causa del trastorno, podrían desarrollarse estas enfermedades metabólicas.
El trastorno por atracón fue reconocido como tal en 2014, con la última actualización del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM5). En efecto, este diagnóstico ha sido ignorado e invisibilizado durante muchos años.
Síntomas y causas
El principal síntoma del trastorno por atracón es, como ya se ha comentado, la ingesta compulsiva de gran cantidad de comida en un breve espacio de tiempo. Se trata de una ingesta superior a la habitual que ingeriría otra persona en las mismas circunstancias y con los mismos requerimientos nutricionales.
A esto cabe añadir la sensación de falta de control sobre lo que se está ingiriendo; ya sea incapacidad para frenar la conducta de comer o gran dificultad para controlar lo que se ingiere y/o la cantidad que se ingiere, además de culpabilidad y/o vergüenza respecto a los atracones.
Según el DSM-5, los episodios de atracones están relacionados con 3 hechos (o más) de los que se reflejan a continuación:
1. Comer mucho más rápidamente de lo normal
2. Comer hasta sentirse desagradablemente llen@
3. Comer grandes cantidades de alimentos cuando no se siente hambre
4. Comer sol@, debido a la vergüenza que se siente por la cantidad que se ingiere
5. Sentirse luego a disgusto con un@ mism@, deprimid@, culpable o avergonzad@
Todos hemos comido por encima de nuestras necesidades en ocasiones (especialmente en fechas señaladas de celebración, tales como las fiestas de Navidad). Por eso, puede resultar complejo distinguir la sobreingesta puntual del trastorno. De hecho, para hacer el diagnóstico de trastorno por atracón, estos episodios de sobreingesta compulsiva se producen, de media, al menos una vez por semana durante tres meses.
En términos generales algunos signos de alarma que, en conjunto, deben tenerse en cuenta serían los siguientes:
- Comer cuando no se tiene hambre, hasta el punto de sentirse incómodamente llen@
- Comer muy rápido, sin control y hacerlo sol@ o en secreto
- Sentirse con bajo estado de ánimo, culpable, avergonzad@ o disgustad@ después de comer más de lo habitual
- Evitar situaciones sociales, especialmente aquellas que impliquen comer
- Experimentar miedo a la desaprobación de otros
- Mostrar preocupación sobre la ganancia de peso tras el atracón o experimentar fluctuaciones de peso
- Hacer dietas con frecuencia y fracasar en ello
- Sentirse desesperad@ para romper el círculo del atracón (véase imagen subyacente)
- Tener baja autoestima en referencia a la propia apariencia física
- Tener ansiedad y/o depresión
Hasta la fecha no se ha identificado una causa determinante del trastorno por atracón ya que, así como ocurre con otros trastornos de la conducta alimentaria, se considera una patología de origen multifactorial.
Por un lado, parece existir una predisposición genética, aunque no se hayan identificado los genes subyacentes asociados. De hecho, se han observado patrones familiares que parecen responder a alteraciones neurobiológicas. Sin embargo, no podemos infravalorar el peso del aprendizaje puesto que solemos reproducir la relación con la comida que mantiene nuestra familia.
A nivel social, se debe tener en cuenta la significativa presión que se ejerce, especialmente en las redes sociales de gran alcance sobre la apariencia física “perfecta”, la excesiva preocupación por el consumo de alimentos saludables y el concepto de dieta. Para comprenderlo mejor y profundizar en este tema, puede ser de gran utilidad leer otros apartados de nuestro blog sobre gordofobia y la cultura de la dieta.
A nivel psicológico, la falta de habilidades de gestión emocional y por tanto, de estrategias de afrontamiento en situaciones de estrés o frente a sensaciones negativas (fracaso, ira, aburrimiento…) junto a la presencia de baja autoestima, ansiedad o depresión, tal y como se hacía alusión en los signos de alarma, contribuyen significativamente al desarrollo del trastorno por atracón.
Factores de riesgo
A grandes rasgos, las causas del trastorno por atracón y los factores de riesgo están íntimamente relacionados. Podemos identificar los siguientes:
- Edad: el trastorno por atracón puede manifestarse a cualquier edad. No obstante, la adolescencia es una etapa especialmente sensible, en la que pueden observarse los primeros signos de este trastorno, especialmente a finales de la misma.
- Antecedentes familiares: la presencia de trastornos de la conducta alimentaria en la familia condiciona la relación que tenemos con la comida
- Antecedentes personales:
- Otros trastornos: tener otros trastornos de la conducta alimentaria, ansiedad, depresión…
- Baja autoestima
- Haber sufrido algún tipo de abuso en la infancia
- Recursos escasos de afrontamiento frente a emociones negativas
- Excesiva preocupación por la imagen corporal y exposición repetida en el pasado a comentarios negativos sobre su físico / peso
- Baja tolerancia al fracaso
- Rasgos de personalidad: ser excesivamente perfeccionista
- La cultura de la dieta: hacer dieta implica restricción alimentaria. Esta restricción alimentaria constante y la distinción de alimentos permitidos y prohibidos parece aumentar el riesgo de desarrollar trastorno por atracón
- La presión de los medios de comunicación: estar expuest@ a dicha presión centrada en la imagen corporal, el peso y la dieta incrementa el riesgo de forma significativa
El trastorno por atracón y la anorexia
El trastorno por atracón tiene una relación muy estrecha con otros trastornos de la conducta alimentaria. A modo de ejemplo, el trastorno por atracón puede confundirse con la bulimia nerviosa ya que en ambos casos se observan ingestas compulsivas de comida en breves lapsos temporales, sensación de pérdida de control y sentimientos de culpabilidad. Sin embargo, en el caso del trastorno por atracón, no existen conductas de purga; es decir, no se recurre a laxantes, no se autoinduce el vómito ni se lleva a cabo conducta alguna para compensar la ingesta de comida (por ejemplo, ejercicio físico intenso tras la ingesta…).
En el caso de la anorexia, la restricción alimentaria asociada a la preocupación por el peso corporal es el punto de referencia a diferencia del trastorno por atracón. Las personas que padecen anorexia nerviosa restringen drásticamente su ingesta de alimentos para reducir su peso corporal y manifiestan miedo intenso a ganar peso, aun cuando su peso está por debajo de lo considerado saludable, pudiendo comprometer gravemente su estado nutricional y su salud.
Por tanto, existe una distorsión de su propia imagen o de su propio peso. Además, las personas con anorexia nerviosa de tipo purgativo, llevan a cabo conductas compensatorias utilizando laxantes y diuréticos, o autoprovocándose el vómito a pesar de haber ingerido mínimas cantidades de comida. Sin embargo, también pueden tener episodios de atracones siempre seguidos de conductas purgativas.
En cualquier caso, el límite entre los trastornos de la conducta alimentaria es difuso y resulta necesario realizar el diagnóstico adecuado para llevar a cabo la intervención más efectiva.
¿Cómo superar el trastorno por atracón?
El trastorno por atracón requiere, sin duda, de un abordaje multidisciplinar teniendo en cuenta los síntomas y los factores de riesgo comentados previamente. Las estrategias de intervención bajo las premisas de la psicología general sanitaria, deben ir encaminadas no solo a reducir los episodios de atracones sino a detectar qué factores desencadenan dichos episodios (pensamientos o emociones negativas), mejorar la percepción de la imagen corporal y establecer una relación consciente con la alimentación a partir del desarrollo de hábitos alimentarios saludables.
A nivel psicológico, la terapia cognitivo conductual, tanto a nivel individual como en sesiones grupales, ayudará a la persona que padece el trastorno a identificar los pensamientos negativos y las emociones que le conducen al episodio de atracón, además de proporcionarle herramientas para hacer frente al estrés y a las emociones negativas, así como a mejorar su autoestima y la percepción de su imagen corporal.
La terapia basada en mindfulness puede ejercer un efecto complementario al promover la regulación de las emociones y desarrollar la conciencia del binomio hambre-saciedad. Además, se ha desarrollado recientemente el concepto “Mindful Eating” (alimentación consciente), que pone el foco atencional en la experiencia de comer sin juicios y en las sensaciones corporales, los pensamientos y las emociones que se dan en el momento presente, implementando así una relación más consciente con la alimentación.
Por otro lado, se requiere una intervención nutricional por parte del profesional adecuado para ayudar a la persona que padece el trastorno a desarrollar unos hábitos alimentarios saludables y a desterrar el concepto de dieta. En efecto, la educación nutricional permite modificar las rutinas y hábitos relacionados con la comida, profundizando en los nutrientes que el cuerpo necesita y favoreciendo así, la adquisición de hábitos alimentarios saludables.
Si tras leer este artículo, te sientes reflejado/a o te encuentras con emociones que te está resultando difícil gestionar, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.
Referencias bibliográficas
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Laura N. Roza Amengual
Psicóloga Col. No B-02389