La sexomnia es un tipo particular de parasomnia – alteraciones conductuales durante el sueño, como el famoso sonambulismo– en el que el individuo realiza algún tipo de acto sexual. Este puede ser de distintas formas y cambiar de persona a persona o incluso para una misma persona según la ocasión: desde la masturbación, hasta mantener relaciones con penetración con otra persona.
La sexomnia ha sido muy poco estudiada en la literatura científica por distintos motivos. En primer lugar, muchos de los individuos que la padecen no son conscientes de ello, pues no recuerdan nada cuando se despiertan; los que son conscientes no lo consideran como un problema, o simplemente les da vergüenza comentárselo a sus médicos, por lo que no lo reportan. Además, muchos profesionales de la salud tampoco son conscientes de su existencia e importancia, dado que es un fenómeno descubierto recientemente. Por ello, las estimaciones realizadas pueden no ser especialmente precisas, pero son los únicos números de los que dispone la comunidad científica para tener una idea aproximada de su prevalencia.
Así, se estima que es más frecuente en hombres que en mujeres, y en el grupo de edad de adultos jóvenes. Se cree que ocurre en menos del 10% de la población (hay estudios que indican que estaría en torno al 2%) (Muza et al., 2016), y que tiene un factor hereditario.
La sexomnia suele empezar pasadas unas horas tras haber conciliado el sueño, en la fase NREM (no rapid eye movement, que seríauna de las dos fases principales del sueño, junto a la fase REM; se caracteriza por ser la fase en la que el sueño llega a ser más profundo y reparador), y puede ocurrir varias veces en una misma noche. Los factores de riesgo son los mismos que afectan a la probabilidad de desarrollar cualquier otra parasomnia: niveles altos de ansiedad, abuso de sustancias, tener apneas del sueño, etc. También se ha encontrado que aquellos individuos que padecían sexsomnia solían presentar otras perturbaciones del sueño como los terrores nocturnos, el sonambulismo, o el síndrome de las piernas inquietas (Martynowicz et al., 2018). Otros estudios más recientes sugieren que puede existir una correlación con padecer la enfermedad de Parkinson, así como con la depresión, e incluso con padecer estrés postraumático. Además, se ha especulado que es más probable que ocurra cuando se están teniendo sueños de carácter sexual.
A pesar de tener mucho en común con el resto de las parasomnias, como se ha indicado, la sexsomnia es de particular interés dada la compleja activación cerebral que requiere: no solo tienen que activarse áreas motoras para permitir el movimiento, sino también otros sistemas que permitan la erección, la lubricación, y demás ejemplos de respuesta sexual, como se ha encontrado en el estudio de algunos pacientes (Ebrahim, 2006).
Ahora bien, ¿es la sexsomnia algo de lo que preocuparse? Normalmente con otras parasomnias la respuesta que se daría es que no, siempre que no afecte a la vida de la persona que la sufre. Sin embargo, en el caso de la sexsomnia es algo más complejo: en muchas ocasiones puede cruzar límites legales, pues la persona que la padece no tiene en cuenta el consentimiento de las otras personas involucradas. Es por ello que, si la sexsomnia puede afectar a otras personas, habría que ir a un profesional para que estudie la situación, con métodos como la polisomnografía, y así encontrar la mejor solución para cada caso individual.
¿Cuáles son las causas?
No existe un consenso sobre una causa específica de esta problemática, aunque varios estudios apuntan a que hay diferentes factores que pueden jugar un papel importante en la aparición de esta.
- Insomnio o falta de sueño
- Emociones como la ansiedad o el estrés
- Consumo de sustancias, como el alcohol u otro tipo de drogas y abuso de ciertos fármacos
Algunos autores sugieren también la posible influencia de la epilepsia, la migraña recurrente o trastornos psicológicos.
¿Existe tratamiento?
Existe muy poca literatura científica sobre el tema, lo que no permite tener un tratamiento específico para ella. Por otro lado, algunas estrategias no farmacológicas, usadas en otros trastornos del sueño, parecen tener una mejora. Ejemplos de estas técnicas son la reducción de los niveles de ansiedad y estrés, control del consumo de sustancias, higiene del sueño, entre otras.
En este sentido, recomendamos consultar con un profesional de la salud para aplicar dichas técnicas y recibir una evaluación más específica para conocer todos los factores que pueden estar teniendo un efecto en esta problemática.
Referencias
Andersen, M. L., Poyares, D., Alves, R. S., Skomro, R., & Tufik, S. (2007). Sexsomnia: abnormal sexual behavior during sleep. Brain Research Reviews, 56(2), 271-282.
Béjot, Y., Juenet, N., Garrouty, R., Maltaverne, D., Nicolleau, L., Giroud, M., & Didi-Roy, R. (2010). Sexsomnia: an uncommon variety of parasomnia. Clinical neurology and neurosurgery, 112(1), 72-75.
Ebrahim, I. O. (2006). Somnambulistic sexual behaviour (sexsomnia). Journal of Clinical Forensic Medicine, 13(4), 219-224.
Martynowicz, H., Smardz, J., Wieczorek, T., Mazur, G., Poreba, R., Skomro, R., & Wieckiewicz, M. (2018). The co-occurrence of sexsomnia, sleep bruxism and other sleep disorders. Journal of clinical medicine, 7(9), 233.
Muza, R., Lawrence, M., & Drakatos, P. (2016). The reality of sexsomnia. Current opinion in pulmonary medicine, 22(6), 576-582.
Xavi Ponseti
Col. Nº B-03138