Orientaciones relacionales. Introducción a las relaciones abiertas

Orientaciones relacionales

Cuando se habla de orientación relacional, nos referimos a las distintas formas en que pueden establecerse las relaciones románticas y sexuales. De forma sencilla, podríamos definir dos grandes modelos: la monogamia y las no monogamias.

Por una parte, la monogamia es la norma establecida en gran parte de las sociedades. Se da por sentado que al encontrar pareja, vamos a establecer con ésa una relación con exclusividad, tanto sexual como romántica. Esto también suele ir unido al cumplimiento de la escalera social. Es decir, encontrar pareja no solo presupone que va a haber una exclusividad con ella, sino que también habrá un compromiso, normalmente materializado en matrimonio, una convivencia, la búsqueda de descendencia, etc.

Por otra, las no monogamias intentan dividirse de la norma establecida. Las no monogamias pretenden establecer relaciones basándose en los principios de (1) la elección libre de los objetivos y la forma de la relación, y (2) la posibilidad de revisar y flexibilizar los acuerdos que la conforman.

Habrá personas que se sientan más identificadas con una orientación relacional monógama, y otras con la no-monógama. Sin embargo, esa orientación no tiene por qué ser estática. Hay muchos factores que pueden influenciar dicha condición: la historia previa de relaciones, nuestra crianza, la religión, la personalidad, etc. Y más allá de éstos, muchas veces requerirá de un proceso de deconstrucción previo, en el que deberemos analizar las creencias del modelo monógamo con el que hemos sido preconcebidos, y pensar en cómo chocan con nuestra experiencia, nuestras necesidades, etc. De ahí, podremos elegir de manera más consciente el tipo de modelo relacional que queremos.

Tipos de no monogamias

Tipos de no monogamias

Hablamos de no monogamias en plural, precisamente porque existen distintos submodelos relacionales dentro de esta categoría. Encontramos mucha diversidad dentro de ella, pero algunas de las más comunes son:

  • Relación abierta: son parejas que mantienen exclusividad romántica pero no sexual. Dentro de este grupo, cada pareja tendrá acuerdos distintos. Habrá parejas que decidan no querer conocer los encuentros sexuales fuera de la relación, otros sí querrán saberlo. Unos decidirán vetar ciertas personas y/o prácticas fuera de la relación, otras no, etc. Un forma muy habitual de relación abierta es la conocida como “relación permeable”. Consiste en acordar tener esas relaciones sexuales no-exclusivas siempre con una tercera persona. Es decir, lo que se conoce comúnmente como “hacer un trío”. No confundir con una relación poliamorosa entre tres personas: trieja.
  • Swingers: son parejas que mantienen exclusividad romántica, y la mayor parte del tiempo también sexual, pero también realizan encuentros eróticos con otras personas. Normalmente se realizan en grupos cerrados, en los que al mismo tiempo y de forma consentida, se permiten tener relaciones sexuales con otras personas. Lo más conocido son los intercambios de pareja.
  • Poliamor jerárquico: comprende relaciones en las que no hay exclusividad romántica ni sexual, pero en las que sí se establece una jerarquía de los vínculos. Esto implicará que habrá una “pareja principal”, con la cuál se va a acordar la posibilidad de tener otros vínculos sexo-afectivos secundarios, en este caso también llamados “satélite”.
  • Poliamor no jerárquico: relaciones de más de dos personas, en las que no existe una jerarquía entre los vínculos establecidos. La exclusividad romántica y sexual suele delimitarse entre los miembros que la conforman, pero no necesariamente. De ahí podría surgir la trieja: una relación formada entre tres personas, en la que el vínculo es horizontal entre los tres miembros, y en la que hay acuerdo (o no) de polifidelidad (exclusividad romántica y/o sexual entre los tres).
  • Anarquía relacional: Son relaciones en las que no existe exclusividad de ningún tipo, ni jerarquía de vínculos. Es el estilo de relación más alejado de la monogamia.
  • Monopoli o Polimono: relaciones en las que una parte tiene exclusividad sexual y/o romántica, y la otra parte no. Ocurre cuando la relación confluye entre una persona monógama y otra no-monógama.

Debe entenderse que, por sí solas, estas definiciones no representan toda la diversidad de la relaciones no monógamas que pueden existir. Podemos encajar nuestra relación no monógama en una de ellas, o no. Una misma relación puede coincidir con aspectos de uno y de otra, y puede ir mutando de uno a otro tipo, en función de los acuerdos que vayan estableciéndose entre los miembros.

Algunos aspectos importantes a tener en cuenta para definir una relación no monógama acorde a nuestras necesidades son los siguientes:

  • Exclusividad sexual
  • Exclusividad romántica
  • Si hay o no jerarquía entre los vínculos que se establezcan, y cómo definimos cada vínculo (privilegios de cada uno).
  • Otros acuerdos, como los referidos a (1) la comunicación de relaciones sexuales fuera de la relación principal, (2) las prácticas sexuales permitidas fuera de la relación principal, (3) etc.
Conflictos habituales en no monogamias

Conflictos habituales en no monogamias

Lejos de lo que suele pensarse, los conflictos que más comúnmente se originan no son debidos a la falta de exclusividad, sino más bien a conflictos individuales y otros propios de las relaciones. Algunos a tener en cuenta son:

  • Inseguridades individuales previas: por ejemplo, si existe alguna inseguridad a la hora de socializar o ligar, o si con el propio cuerpo, esto puede acarrear problemas de comparación con los otros vínculos de tu pareja.
  • La culpa y la vergüenza: por ejemplo, culpa por sentir que no podemos adaptarnos del todo a la no monogamia, o vergüenza de qué pensarán los demás de nuestra relación.
  • Los celos: los celos surgen en cualquier tipo de relación, tanto monógama como no monógama. Es habitual encontrarnos con personas que creen no poder estar en una relación abierta porque dicen ser celosos. Sin embargo, los celos pueden aparecer de la misma manera en cualquier modelo relacional. Están relacionados con esas inseguridades individuales que también hemos mencionado. Podemos sentir celos y al mismo tiempo, estar contentos porque nuestra pareja pueda disfrutar de su sexualidad de manera independiente. Deberemos lidiar con ellos con comunicación, límites y acuerdos revisables.
  • La comunicación y la información: si ya es todo un reto en las relaciones monógamas, en las no monógamas no será menos. Acordar qué compartir con otros vínculos y qué no, poder explicar qué me hace sentirme inseguro de cuán abierta es la relación y llegar a acuerdos para ello, etc., son algunos ejemplos.
  • Los límites: los límites son necesarios en cualquier tipo de relación. En cuanto a la relación de pareja se refiere, muchas personas tienen concebido el límite más como un intento de control y la prohibición (p.ej., no puedes mirar otra mujer). Sin embargo, el límite es más bien un intento de autoprotegernos, por lo que debe ejercerse desde el autocuidado (p.ej.: me siento inseguro si mientras estamos juntos hablas por whatsapp con tu otro vínculo en cualquier momento. Entiendo que no pasa nada malo, pero no puedo evitar sentirme desplazado. ¿Qué te parecería si acordásemos poder hacer eso en otro momento?).  Esa forma de poner límites es igual de nueva y necesaria para cualquier persona, no solo para personas en una relación no monógama. Es una asignatura pendiente de la que vale la pena aprender.

La ética como forma de prevención

Tanto en relaciones monógamas, como en no monógamas, todos somos susceptibles de cometer errores, de no ser responsables para con el otro, de no saber discutir en más de una ocasión, de ser celosos, etc.  Para no caer en dinámicas perjudiciales, como el control excesivo, la culpabilización, etc., es importante regirse por principios éticos. Según el libro Ética Promiscua (Easton & Hardy, 2017), los principios éticos de las no monogamias son:

  1. Relaciones éticas: se refiere a que no puede concebirse la voluntad de dañar a la otra parte, a que no hay intención de manipular ni usar la relación para fines individuales.
  2. Relaciones honestas: lo ideal es que exista una comunicación abierta y sincera desde los inicios de la relación. Eludir información importante para la otra parte o mentir deliberadamente, por mucho que sea por miedo a perder la pareja, no augura una relación sana.
  3. Relaciones conscientes: todas las partes deben saber la información necesaria, y deben poder expresar todo lo que necesiten, para formar parte activamente de la toma de acuerdos.
  4. Relaciones libres: el compromiso con la relación nunca debe implicar faltar al respeto a las necesidades individuales de cada miembro.
  5. Relaciones flexibles: la relación evoluciona, de la misma forma que evoluciona cada miembro. Eso significa que deberán adaptarse las condiciones de la misma, los acuerdos deben revisarse.

Si crees tener dificultades en tu relación, tanto si es monógama como si es no monógama, y necesitar de ayuda profesional para lidiar con esas dificultades, puedes pedir ayuda en nuestro centro. Atenderemos tu demanda adaptándonos a tu situación de pareja particular.

Referencias

Easton, D., & Hardy, J. W. (2017). Ética promiscua: Una guía práctica para el poliamor, las relaciones abiertas y otras libertades amorosas. Editorial Melusina.

Guillem Nicolau Coll
Psicólogo General Sanitario
Nº col.: B-02773