Gran parte de las personas tenemos objetivos, proyectos, ilusiones, planes de mejora en nuestras vidas. Puede ser desde lo más simple, como hacer un huerto en el balcón, un pequeño viaje… hasta algo más trascendental, como mudarse a otra ciudad, cambiar de profesión, etc. Sin embargo, no siempre podemos cumplir todo lo que nos proponemos. A veces, sencillamente, no es posible, porque existen impedimentos reales para dar el paso. En otras ocasiones, no es imposible, pero sí existen dificultades, por lo que no nos sentimos capaces o no estamos lo suficientemente motivados: por falta de energía, por falta de tiempo, porque priorizamos otras áreas…
Cada persona encontrará distintos motivos para dejar de perseguir sus objetivos. Aquí, sin embargo, no venimos a hablar tanto de esos motivos provenientes del contexto, sino más bien de aquellos motivos más internos, más profundos.
El principal motivo que nos impulsará a intentar perseguir nuestras metas es la ilusión que nos despierten, la bonanza que creemos que nos van a aportar. En cambio, el motivo que nos va a alejar más de ellas es el miedo. ¿Miedo a qué? Miedo a los riesgos que conlleva esa carrera: Riesgo a perder dinero, riesgo a no encontrar trabajo, riesgo a equivocarnos, riesgo a estresarnos en exceso… y en último término, riesgo a que salga mal, al “fracaso”.
En ocasiones, amparamos nuestra decisión de abandono en los motivos contextuales, aquellos que no controlamos tanto, cuando en realidad lo que nos paraliza es el miedo. “No puedo viajar porque no tengo dinero”; “no estudio porque necesito trabajar”; “no como más sano porque no tengo tiempo”… Todos estos pueden ser ejemplos de justificaciones que nos decimos por no aceptar que tenemos miedo.
¿Por qué lo tenemos?
Causas del miedo al fracaso
El miedo es una emoción que aparece de forma natural, sobre todo ante la incertidumbre, o cuando anticipamos cierto peligro. Es inteligente y necesario ponernos a sopesar pros y contras, ventajas e inconvenientes, posibles consecuencias, etc. El miedo nos impulsará a hacer ese análisis y nos ayudará a prepararnos para dar el paso. Si ocurre esto, el miedo estará cumpliendo su función correctamente, pero a veces, ese miedo es demasiado grande y nos paralizará. Centraremos nuestra atención solo en los inconvenientes y nos veremos poco capaces de hacerles frente.
Hay personas que pueden tener mayor tendencia a abandonar sus metas, a ser más indecisos, más inseguros. ¿Por qué ocurre esto? Las razones pueden ser varias. Algunas muy comunes son:
- Haber crecido en entornos invalidantes: si un padre, madre, cuidador, abuelo, maestro… u otro tipo de referente ha tenido de forma continuada una actitud crítica hacia nosotros en la infancia, es posible que hayamos interiorizado sus mensajes. Frases como “no vales para esto”, “no conseguirás nada en la vida” o “tu qué vas a saber…” son mensajes que pueden calar muy hondo en quien los recibe, hasta el punto de que formen parte de nuestro discurso interno. Nos volvemos personas muy autocríticas y tendemos a desvalorizarnos.
- Baja autoestima y sentimiento crónico de incapacidad: la persona que tiene baja autoestima suele creer que no es capaz de realizar lo que se propone. Esa baja autoestima no se forma igual en todas las personas. Puede formarse mediante un ambiente invalidante, como el anterior, pero también, por ejemplo, en ambientes de sobreprotección, en los que nos alertan en exceso de los peligros, no permitiéndonos así experimentar el error y perderle el miedo.
- Experiencias previas de fracaso: el haber fracasado, sobre todo si era algo a lo que dábamos importancia, puede formar en nosotros la idea de que no somos válidos. Si, además, ya partíamos con un autoconcepto bajo, esas experiencias sirven para reafirmarlo.
- Autoexigencia desmesurada: no solo es el fracaso, sino más importante aún, lo que cada uno considera un fracaso. Cuanto más estricto sea el criterio para discernir entre fracaso o éxito, más fácil será que nos sintamos fracasados. Por ejemplo, si para alguien un 9,5/10 en un examen es un completo fracaso, obviamente se está autoexigiendo en exceso, por lo que es fácil que se sienta fracasado con frecuencia. Estas mismas personas suelen ser las que se cargan con más trabajo o responsabilidad de lo que pueden asumir
Entonces, ¿si nos quitáramos ese miedo a fracasar, conseguiríamos todo eso que queremos? No siempre, obviamente, porque no todo depende de nuestros esfuerzos, pero posiblemente lo intentaríamos más. Luego, ¿qué hacemos con ese miedo?
¿Cómo superar el miedo al fracaso?
Lo primero que debemos hacer es responder a dos preguntas:
- ¿Qué es un fracaso para mí? Debemos revisar qué tan estrictos somos con nosotros mismos, y qué tipo de cosas nos importan. Por ejemplo, para alguien, no facturar cierta cantidad en su negocio puede ser un fracaso, pero para otra puede ser el dedicar demasiado tiempo a su trabajo.
- ¿Qué dice de mí que yo haya fracasado? Es decir, ¿qué idea sobre mí me afirma el hecho de “haber fracasado”? Que soy estúpido, que soy mal profesional, que no soy buen padre… Esto debe llevar a preguntarnos: ¿Cómo de difícil está siendo lo que me propongo? ¿Depende solo de mí? ¿Hago bien en obligarme a hacerlo perfecto?
Después de responder a esas preguntas, piensa:
- ¿Qué consecuencias puede traer mi “fracaso”? Que se decepcionen de mí, que me despidan, que pierda dinero, que tenga que empezar de nuevo…
- El 90% de las cosas que tememos no acaban ocurriendo. Intenta ver cuáles son más probables y cómo podrías prevenirlas.
- En caso de que alguno fuera incontrolable, pregúntate… ¿Estoy dispuesto a asumirlo? ¿podría con ello?
Y por último, pregúntate si lo que te da miedo en realidad no es el fracaso, sino el éxito!
Este es un miedo bastante más camuflado, porque al éxito solo se le atribuyen cosas buenas, pero en realidad tiene trampa. El miedo al éxito puede operar mediante un mecanismo más inconsciente, en el que la mente nos boicotea. A nuestra mente puede estresarle el compromiso que supone tener éxito. Por ejemplo, en un negocio, si se tiene éxito puede traducirse en más trabajo, menos tiempo, más estrés, más responsabilidad…. Lo que puede ser augurado con miedo y decidir que es mejor no atrevernos a dar el paso. A veces, augurar un éxito implica vernos en la obligación de mantenerlo, algo a lo que podemos temer, porque sería perpetuar nuestra autoexigencia.
Después de todo, nos quedará comprender que toda decisión que tomemos no está libre de riesgos. Es muy probable que nunca llegues a estar 100% seguro de dar el paso… pero muchas veces no necesitas estarlo.
Por eso, la forma definitiva de luchar contra el miedo al fracaso es poniéndote a prueba. Es decir, toma decisiones y afronta sus consecuencias, sean buenas o malas. Puedes empezar por las cosas que menos miedo te den.
Si crees que el miedo al fracaso (o al éxito) es algo que te está impidiendo vivir la vida que quieres y no sabes cómo gestionarlo, puedes acudir a una psicóloga o psicólogo general sanitaria/o. Te puede ayudar a hacer un análisis de la raíz de tu problema y diseñar los pasos para superarlo.
Guillem Nicolau Coll
Psicólogo General Sanitario
Colegiado nº B-02773