Mi pareja no me ayuda

Mi pareja no me ayuda

¿Cuántas veces hemos podido decir o escuchar esas 5 palabras en distintos contextos?

  • Mi pareja no me ayuda en casa
  • Mi pareja no me ayuda con el bebé/hijo
  • Mi pareja no me ayuda con los gastos/económicamente
  • Mi pareja no me ayuda a crecer
  • Mi pareja no me ayuda cuando estoy mal

Las relaciones son complejas, ya que cada miembro tiene su manera de organizarse y su percepción de lo que es o no una prioridad. Ponernos de acuerdo y tener la sensación de equilibrio, a menudo, puede parecer difícil. 

No existe una fórmula mágica para conseguir que nuestra pareja nos ayude de la manera que queremos o esperamos. Pero sí existen varios puntos importantes a tener en cuenta.

¿Qué hacer cuando sientes que tu pareja no te ayuda?

La injusticia de la justicia

Un tema importante a debatir, es el concepto de justicia. En mi experiencia como terapeuta en casos de pareja, me encuentro a menudo la demanda de un reparto equitativo de tareas.

No es lo mismo equidad que igualdad. La igualdad consiste en ser iguales en estatus, derechos y oportunidades, mientras que la equidad trata de cómo llegar a ese punto mediante la justicia y la imparcialidad.

Para ser equitativos, es importante entender las circunstancias de cada uno y adaptar la petición a las capacidades (económicas, temporales, emocionales, etc.) de la otra persona.

Por ejemplo: Lorena está en un momento de crecimiento profesional en el que acaba de montar un negocio y dedica una gran parte de ese tiempo a su empresa. Si su proyecto funciona bien, le permitirá ahorrar lo suficiente para permitirse comprar una casa con su mujer Mónica. Esto implica que Mónica (temporalmente) asume mucha más carga en la relación (económica, tareas de la casa, menor tiempo en pareja, etc.). Al principio tuvieron problemas, pero tras hablarlo y entender que se trataba de una situación pasajera, la actitud de ambas ha cambiado. Se ven como un equipo con un fin común.

Resolución

Hablar para regañar, está claro que no es efectivo. El objetivo de hacer una crítica o petición a nuestra pareja no debería ser el de tener razón, sino el de encontrar una solución a algo que nos molesta.

Aquí destaca también, la importancia de elegir el momento adecuado para hablar las cosas. Es importante estar en “frío” y hablar desde la tranquilidad ya que desde el enfado o el reproche, es posible que sólo consigamos que nuestra pareja adquiera una actitud defensiva.

Debemos pensar bien en lo que queremos decir, mejor cuanto más claros y concisos seamos. Evitando las generalizaciones y los absolutismos.

Veamos la diferencia:

  • Nunca pagas nada, siempre esperas que sea yo la que lo haga.
  • Me he fijado que las últimas 4 veces que hemos salido o ido al supermercado lo he pagado yo.

Esto es un estilo de comunicación asertivo. En nuestro blog, encontrarás de manera más desarrollada cómo puedes trabajar tus habilidades de comunicación.

Explica por qué esa petición es importante para ti. Ya sea llamando a la empatía de tu pareja o bien desde nuestra parte “comercial” para convencerle de las ventajas de cambiar dicha actitud. Pero, sobre todo, haz una PROPUESTA de solución. Nuestra pareja debe tener opción a decidir si acepta o no, y a hacer una contrapropuesta.

Algo que, recomiendo a veces, es hacer un guion de lo que queremos pedir. A fin de poder practicar el discurso y la manera en la que queremos hacerlo.

Pedir ayuda

Recalco, de nuevo, la importancia de no exigir o acusar, sino de pedir aquello que necesitamos.

Muchas veces pensamos que nuestra pareja cuenta con una bola de cristal y que puede leernos la mente.

O que cómo lo hemos pedido alguna vez (mal) ya no podemos volver a intentarlo.

Comunícate con tu pareja, ayúdala a saber de qué manera te puede ayudar o como te sentirás mejor.

No importa si tu pareja “ya debería saberlo”. Desde este argumento, lo único que consigues es enfadarte, frustrarte y no solicitar lo que necesitas.

Marta, está frustrada con David, ya que, cada vez que le cuenta aquello que la agobia, David se limita a decir “no te preocupes, todo irá bien”. Marta desearía que David le ofreciese algo más de comprensión y apoyo, ya que, aunque entiende que no lo hace con mala intención, tiene la sensación de que a su pareja no le interesa oírla quejarse. A ella, esto le parece de “sentido común” y deriva en discusiones cada vez que ocurre.

Desde consulta, se anima a Marta pedirle a su pareja, desde la calma y de manera asertiva, qué es lo que la ayudaría en esos momentos. Resulta que David, pensaba que, si entraba en el tema, Marta se pondría peor y por eso solo intentaba desviar el tema. Tras la conversación, David empezó a validar más a Marta y esta se sintió mucho más comprendida.

Realismo

Ser realista implica revisar cuáles son nuestras prioridades, la importancia que estas tienen y si son una necesidad real o un capricho propio.

Por ejemplo, si a mi pareja le gustase tener los tejidos siempre planchados y me exigiese a mí que cada día debemos planchar las fundas del sofá o las sábanas. Esta petición no es muy realista, ya que requiere de una dedicación y un tiempo del cual no dispongo todos los días o el cual es prioritario dedicar a tareas más urgentes como pueden ser poner una lavadora o atender a mis hijos con los deberes.

Aceptación

No confundir con “conformismo”. La aceptación parte de la idea de ver a la persona con la que estemos, con sus luces y sombras y entender, que no la podemos moldear a nuestro gusto. Se trata de una persona distinta a nosotros, con su propia forma de funcionar y de ver la vida.

Claro que se puede mejorar y crecer. Claro que podemos hacer peticiones. Pero no podemos pretender que nuestra pareja actúe a nuestra manera.

Rocío y Paco son padres de dos niñas. Tienen estilos educativos completamente distintos y ambos creen estar mirando por el mejor interés de sus hijas. Mientras que Paco es estricto y cree en la importancia de las rutinas y los límites; Rocío es más partidaria de una crianza más libre en la que las niñas van descubriendo por sí mismas y aprenden según lo que les funciona o no. Paco desearía que Rocío fuese más estricta e hiciese cumplir las reglas, mientras que Rocío piensa que Paco tiene que relajarse con las pequeñas y permitirles actuar cómo lo que son, niñas.

En este caso, optamos por trabajar desde la negociación y a que ambos padres acordasen puntos medios sobre como gestionar determinadas situaciones con las niñas, a fin de no confundirlas. Animamos a ambos progenitores a ver el lado bueno del estilo del otro y a ser más empáticos entre sí, viendo que ambos luchaban por lo mismo, por el bienestar de sus hijas.

Respeto

Es importante mostrar respeto por las necesidades de nuestra pareja. Son muchas las personas que caen en el egoísmo dentro de la relación y se agarran a la ley del mínimo esfuerzo en lo que respecta a las demandas de su pareja.

Las suyas, al igual que las nuestras, son importantes y merecen atención. Sin embargo, no debemos confundir demandar con ser un tirano. “Como a mí me gusta, me molesta…tú debes cumplir”. No, eso no es respeto. Eso es una dictadura.

Hay que ser flexibles y llegar a acuerdos y términos medios entre lo que me gustaría y lo que puedo pedir.

Practicidad

A veces las soluciones son más fáciles de lo que parecen, lo que ocurre es que no siempre se tratará de la solución que mejor me parezca a mí.

Sin embargo, me gusta animar a mis pacientes a ser más prácticos que orgullosos. No podemos “ganar” siempre y como he indicado antes, el objetivo final debería ser resolver el punto de conflicto, no tener la razón.

Se me ocurre el caso de David y Ana (los nombres, así como otros detalles, han sido modificados para proteger la identidad de las personas) quienes ambos detestaban fregar los platos. Ambos acusaban al otro de hacerlo con poca frecuencia o de no hacerlo “bien”. Llevaban así 2 años. Tras una valoración del caso, les pregunté por qué no se compraban un lavavajillas. Ambos respondieron que les parecía absurdo tener que hacer esa inversión cuando ambos tenían manos y podían hacerlo ellos mismos. A lo que les pregunté si en su caso les compensaban las riñas constantes por ahorrarse el importe de dicho electrodoméstico. Al final, acordaron que era preferible comprar el lavavajillas y se acabaron los “malentendidos” sobre lavar los platos.

Algunas de las cosas que animo con frecuencia a hacer en consulta, son la realización de cuadrantes de tareas, la creación de un calendario en común, la asignación de tareas, pactar un espacio semanal para hablar de determinados temas, etc.

Yo soy así, y así seguiré

El argumento o justificación de “yo soy así” o de “no sé hacerlo de otra forma”, coarta la capacidad de nuestra pareja de pedir cambios o modificaciones.

Todos tenemos la capacidad de mejorar y de trabajar en aquello que hiere a las personas de nuestro entorno si le ponemos atención y ganas.

Insisto en el hecho de que no se trata de “ceder” a todo. Sin embargo, si no te parece bien una demanda, haz una “contraoferta”. No te quedes solo en el NO. Eso no es resolutivo y lo único que conseguirá será estancar un problema.

Radar positivo

A veces es muy fácil llegar a una versión distorsionada de la realidad en la que solo vemos todo lo que nuestra pareja no hace y obviamos o damos por hechas todas aquellas cosas que nuestra pareja hace por nosotros o por nuestra convivencia.

Te animo a probar durante una semana, a anotar todas aquellas cosas que detectes que tu pareja haya hecho, que aprecies o que liberen carga, aunque sean cosas sencillas como “me ha hecho el café por la mañana”.

Fíjate en la cantidad de cosas que das por hechas y que a lo mejor no valoras.

Límites

Jesús siempre se quejaba de que Marcos no hacía nunca la cena, ya que prefería jugar a videojuegos. Sin embargo, Jesús seguía preparando la cena de Marcos pese a su desatención en esa área.

Jesús decidió hablar con Marcos y explicarle cómo se siente y por qué quiere ayuda con el tema de las cenas. Jesús le ofrece la posibilidad de hacer la cena a días impares o una semana cada uno. Jesús también comunica a Marcos que está abierto a escuchar otra propuesta por parte de Marcos. Marcos propone encargarse de otra tarea de la casa a cambio de no tener que hacer las cenas. Jesús acepta, pero acuerdan que, en caso de no cumplir con el acuerdo, la consecuencia será que se deberá realizar la tarea no deseada.

No se trata de castigar a nuestras parejas, estas no son niños pequeños, sino de indicar que hay conductas que no se van a alentar, ya que estas atentan contra nuestra integridad emocional.

Y si no funciona

Si aun teniendo en cuenta todo lo anteriormente descrito, tu pareja no tiene en cuenta tus necesidades o tus sentimientos, quizás sea importante, revalorar la relación, ver si nos compensa o no esa sobrecarga en cualquiera de las áreas de nuestra relación. Puede que sea el momento de acudir a un profesional. En terapia de pareja se podrán trabajar de manera más profunda vuestras diferencias