¿Qué son las emociones?
Las emociones se suelen definir como un complejo estado afectivo, una reacción subjetiva que ocurre como resultado de cambios fisiológicos o psicológicos que influyen sobre el pensamiento y la conducta. En psicología, están asociadas a distintos fenómenos, incluidos el temperamento, la personalidad, el humor o la motivación. Según David G. Meyers, las emociones humanas implican ‘arousal fisiológico, comportamiento expresivo y experiencia consciente’.
Su función principal es darnos información sobre cómo nos encontramos, qué nos gusta o qué sucede a nuestro alrededor. Esta información nos permite movernos y actuar en consecuencia. Aunque a veces sean molestas y tradicionalmente se han clasificado en emociones positivas y negativas, todas tienen una función adaptativa y nos movilizan a la acción. En consecuencia, no hay emociones buenas o malas, sino que todas son funcionales.
Recientemente, han surgido distintas teorías que intentan explicar el cómo y el porqué de las emociones humanas, siendo la inteligencia emocional la que ha ganado mayor terreno por sus beneficios en el bienestar de las personas. Conceptos como validación emocional, autocontrol emocional o gestión emocional, nos resultan cada vez más familiares.
Pero… ¿Cómo podemos gestionar las emociones?
Convivir con las emociones y gestionarlas nos ayudar a vivir nuestra vida con mayor satisfacción. De forma contraria, cuando no logramos relacionarnos con ellas de una forma saludable nos pueden llegar a desbordar, condicionar o limitar en nuestro día a día. Para llegar a gestionar las emociones, lo primero que debemos tener en cuenta es que, gestión no es equivalente a ‘no sentir’. Muchas veces escuchamos frases como: ‘no quiero que me afecten las cosas’, ‘debería sentirme de otra manera’ o ‘no quiero sentirme así’. Si intentamos reprimir las emociones, tarde o temprano éstas saldrán a la luz manifestándose mediante reacciones desproporcionadas, dolores físicos, conductas desadaptativas, y un largo etcétera. Somos seres emocionales, sensibles y vulnerables por naturaleza, solo tenemos que aprender a manejar, transitar y convivir con todas nuestras emociones.
La Teoría de la Inteligencia Emocional (IE)
La Inteligencia Emocional es un constructo que nos ayuda a entender de qué manera podemos influir de un modo adaptativo e inteligente tanto sobre nuestras emociones como en nuestra interpretación de los estados emocionales de los demás. Este aspecto de la dimensión psicológica humana tiene un papel fundamental tanto en nuestra manera de socializar como en las estrategias de adaptación al medio que seguimos.
A través de dicha teoría, se proponen algunos pasos básicos para gestionar las emociones.
- Identificar la emoción
¿Qué estoy sintiendo? Poner nombre a lo que estamos sintiendo nos ayuda a organizar y clarificar nuestras emociones. Esto no es tan sencillo cómo parece ya que tenemos una enorme variedad de sentimientos y hay muchas emociones que pueden estar ocultando a otras. Es por ello por lo que dedicar tiempo a ponerle nombre a lo que sentimos será el primer paso clave. Por ejemplo, en ocasiones puedo creer que siento mucho enfado y lo que realmente subyace a esa emoción es que me siento solo, vacío, triste, decepcionado…
Hay tres aspectos que resultan esenciales a la hora de identificar las emociones:
- Focalizar o dirigir nuestra atención en la dirección adecuada. Ejercicios de atención plena o ‘Mindfulness’ nos van a ayudar en este aspecto.
- Detectar la emoción en relación con la reacción en nuestro organismo. Por ejemplo, la tristeza suele manifestarse como un peso en el pecho, aunque no todas las personas la sienten de la misma manera.
- Expresar adecuadamente la emoción (poner una etiqueta). Tener un amplio vocabulario emocional que nos permita explorar e indagar sobre lo que sentimos, nos va a ayudar a identificarlas de una forma más sencilla.
- Explorar su función
¿Qué función tiene sentirme así? ¿Qué mensaje me quiere dar? Todas las emociones nos dan información, por lo que debemos descifrar el mensaje. Comprender lo que sentimos y explorar su función nos ayudará a vincularnos con la emoción de una forma adaptativa. Por ejemplo, el miedo nos avisa de que nos enfrentamos a un peligro. Por eso realizamos conductas de evitación o escape.
- Atender la emoción y permitir sentirla
¿Qué necesito ahora mismo? Las emociones necesitan ser atendidas de una forma adaptativa y para ello es fundamental que primero nospermitamos sentir y validemos lo que sucede en nuestro interior. Puede que lo que necesite es permitirme el llanto para liberar tensión, o comunicar el enfado. Las mismas emociones no siempre son calmadas de la misma forma. Por eso, tener una buena conexión y relación conmigo me permitirá atenderla de una forma más eficaz.
- Actuar en consecuencia
¿Qué puedo hacer con todo lo que estoy sientiendo? ¿Cómo puedo regular está emoción? Es importante que la acción que emitamos, la realicemos desde el autocuidado y acompañamiento emocional y no desde la evitación de lo que sentimos. De esta forma nos estaremos haciendo cargo de la emoción dándole un espacio y permitiéndonos sentirla.Habría que señalar que hay ciertas actitudes que no favorecen una buena gestión emocional como, por ejemplo, luchar contra el pensamiento, hacer ‘como si nada’, evitar pensar en lo que te preocupa, gritar a alguien, consumir drogas, darme un atracón de comida…. Estas conductas a largo plazo pueden hacer que la emoción aparezca con mayor intensidad.
Consejos para regular las emociones
Teniendo en cuenta que las estrategias que podemos poner en marcha a la hora de afrontar las emociones dependen de la persona y la situación, algunos ejemplos podrían ser:
- Realizar alguna actividad (desde el autocuidado) como bailar, dibujar, dar un paseo, hacer deporte, escuchar música…
- Practicar técnicas de relajación y meditación.
- Cuando sientes que estas alterado, párate y respira hondo contando hasta 10 segundos.
- Pedir un ‘tiempo muerto’. Consiste en pausar la situación con el fin de conseguir tiempo que nos ayude a relajarnos. Por ejemplo, ir a buscar un poco de agua, ir al baño y mojarnos la cara y las manos, etc.
- Hacernos una pregunta: ¿cómo quieres responder ante esta situación? e intentar encontrar la etiqueta que describe cómo me siento, con el fin de reflexionar acerca de la emoción.
- Usar la ventilación emocional con el fin de dar salida a esas emociones que disimulamos o ignoramos. Puede realizarse con una persona con la que tengas un vínculo y sepas que puede proporcionarte el respaldo y la comprensión necesarias o, si no es así, hacer uso de alguna herramienta como la escritura para favorecer esa liberación.
- Acudir a un especialista. El/Ella te guiará en el proceso, te ayudará a convivir e integrar tu parte más vulnerable, favoreciendo que puedas expresarte abiertamente en un entorno seguro.
Laura Riera López
Psicóloga Col. Nº B-03323