LA FIBROMIALGIA: ¿QUÉ ES Y CÓMO SE TRATA?

Puede que de cada vez más conozcas personas que han sido diagnosticadas de fibromialgia o te la hayan diagnosticado a ti mismo/a. Los avances que se han producido en la investigación sobre esta enfermedad en los últimos años son de gran relevancia. Hace años y debido al desconocimiento, se podía llegar a tachar a estas personas de “quejicas” o “vagas”. Hoy en día, se conoce mucho más sobre la fibromialgia y poco a poco se está desestigmatizando esta enfermedad. Para contribuir a esa visibilización, en este artículo vamos a explicar en qué consiste la fibromialgia y qué tipo de intervenciones psicológicas se suelen utilizar para tratarla.

Primero de todo, debemos diferenciar entre dolor agudo y dolor crónico. El dolor agudo es aquel que tiene una causa identificable, su aparición es repentina y su duración limitada. Este tipo de dolor es adaptativo ya que nos avisa de la existencia de un posible daño, favoreciendo así nuestra supervivencia. El dolor crónico se define como aquel dolor que se mantiene durante 6 meses o más, a pesar de que no haya lesión previa o que dicha lesión o daño ya se han curado, y que no tiene una causa clara. En este caso, el dolor deja de ser adaptativo y genera gran alteración en la vida de los que lo padecen, produciendo una disminución de la calidad de vida e incrementando la posibilidad de desarrollar trastornos de ansiedad y del estado de ánimo.

La fibromialgia se ha definido como un síndrome caracterizado por dolor musculoesquelético crónico y generalizado, y sensación de dolor ante la presión de ciertos puntos sensibles específicos. La percepción del dolor está alterada ya que perciben como dolorosos estímulos que generalmente no lo son. Además, se acompaña habitualmente de insomnio, rigidez por la mañana, fatiga, alteraciones cognitivas (dificultad para concentrase y/o para mantener la atención, pérdidas de memoria) y afectivas (síntomas de ansiedad y depresión). Todos estos síntomas pueden llegar a limitar mucho la vida de la persona que los padece y de las personas de su alrededor.

El diagnóstico se realiza a partir de las manifestaciones clínicas que manifiesta el paciente. No existe ningún indicador objetivo que permita diagnosticar este síndrome, pero una buena exploración física y analítica son necesarias para descartar otras enfermedades de las que se pueda tener sospecha. Un diagnóstico temprano servirá para tranquilizar a la persona, evitar pruebas que no sean necesarias y encaminar lo más pronto posible a la persona hacia un tratamiento que esté orientado a su problema.

El curso de la fibromialgia es crónico con brotes bruscos en los que se incrementan los síntomas. Estos brotes se desencadenan en muchos casos por situaciones de estrés emocional o físico, o por cambios ambientales. Este síndrome tiene una alta prevalencia entre personas adultas y se ha comprobado que se da en mayor porcentaje en mujeres que en hombres. Estudios realizados con miembros de una misma familia sugieren que hay un componente genético en el desarrollo de la fibromialgia, que incrementa la predisposición individual a desarrollar el síndrome. Aunque no se conocen las causas exactas todavía, se han propuesto muchas hipótesis que consideran factores biológicos, como alteraciones en las vías nerviosas del dolor, cambios funcionales y morfológicos en los receptores del dolor, alteraciones en la percepción y la somatización, etc. Ciertos factores sociales y emocionales también se ha visto que pueden influir en la evolución del síndrome. Por ejemplo, parece ser que la tendencia al catastrofismo o la hipervigilancia hacia los síntomas de nuestro cuerpo, incrementan la intensidad y la duración del dolor. También se sabe que una reducción en el nivel de actividad física, el estrés sostenido o la pérdida de relaciones sociales significativas pueden incrementar los síntomas de la fibromialgia.

La fibromialgia no tiene una cura definitiva. El objetivo de la intervención es mejorar el dolor, intervenir sobre los síntomas acompañantes y mejorar la calidad de vida de la persona. Tradicionalmente, las intervenciones terapéuticas se han basado en enfoques farmacológicos, pero estas no han resultado del todo efectivas por sí mismas, por lo que se han planteado nuevas aproximaciones. Como ya hemos visto anteriormente, los factores psicológicos tienen un papel muy importante en este síndrome y su abordaje desde la psicoterapia será fundamental. La investigación científica apunta a la terapia cognitivo-conductual como un método eficaz para tratar la fibromialgia. Desde esta terapia se pretende modificar pensamientos, emociones y comportamientos desadaptativos y así promover sentimientos de autoeficacia y estrategias de afrontamiento positivas y que permitan reducir el malestar emocional.  Algunos de los procedimientos terapéuticos más relevantes desde esta terapia son los siguientes:

  • Psicoeducación con el objetivo de proporcionar información sobre la fibromialgia, el dolor y qué factores influyen en que este se mantenga o se reduzca. En muchos casos esta información no va solo destinada al paciente, sino también a sus familiares.
  • Ejercicio físico y programación de actividades agradables, para mejorar el funcionamiento físico y promover que la persona pueda obtener mayor cantidad de refuerzos positivos de su entorno y que, en consecuencia, su estado de ánimo aumente.
  • Técnicas de relajación para rebajar la tensión muscular y tener mayor control del dolor.
  • Estrategias de higiene de sueño para mejorar la calidad del mismo y reducir el insomnio.
  • Entrenamiento en solución de problemas y asertividad para mejorar el afrontamiento de los problemas asociados a la fibromialgia y ser capaz de pedir y obtener apoyo social cuando lo necesite.
  • Reestructuración cognitiva para identificar pensamientos irracionales y sustituirlos por otros más adaptativos que permitan reducir el estado emocional negativo y propicien comportamientos orientados a reducir el dolor y a mejorar el bienestar.
  • Mindfulness o conciencia plena, para aprender a centrar la atención de un modo intencional en lo que ocurre en el momento presente (nuestras sensaciones, pensamientos…) y sin juzgar.

A pesar de que se considere que la fibromialgia no tiene una cura definitiva, sí que se pueden mejorar mucho sus síntomas mediante la terapia psicológica. Si te sientes identificado/a con este artículo y crees que te podemos ayudar, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

Aina Fiol Veny (B-02615)