Las fobias son respuestas intensas de miedo que experimentamos ante ciertos estímulos o situaciones. Entre ellas, las fobias de impulsión se caracterizan por el temor irracional a perder el control y realizar acciones impulsivas y peligrosas, como hacerse daño a uno mismo o a los demás.
¿Qué son las fobias de impulsión?
Las fobias de impulsión se clasifican dentro del amplio espectro de trastornos de ansiedad. Estas, a diferencia de las fobias específicas, no están ligadas a objetos o situaciones externas, sino a pensamientos internos. Estas fobias se manifiestan como un temor persistente e irracional a perder el control sobre los propios impulsos, lo que se cree que podría llevar a cometer actos indeseados o peligrosos.
Por ejemplo, una persona con una fobia de impulsión podría temer clavarle un cuchillo a alguien, lanzarse delante de un vehículo en movimiento o tener pensamientos sexualizados hacia menores. A menudo, estos miedos no se basan en un deseo real de realizar esas acciones, sino en la angustia que provoca la posibilidad de perder el control y ejecutarlas involuntariamente.
Estos pensamientos suelen ser egodistónicos, lo que significa que son contrarios a los valores y deseos de la persona. La angustia proviene de la posibilidad de que estos pensamientos se hagan realidad, aunque la persona no quiera que eso suceda.
Se caracterizan por:
- Pensamientos Intrusivos: Surgen de manera repentina y son percibidos como incontrolables y angustiosos.
- Miedo a la Pérdida de Control: La persona teme que en cualquier momento podría ceder a estos pensamientos impulsivos y llevar a cabo la acción temida, aunque no tenga ninguna intención de hacerlo.
- Conductas de Evitación: Para manejar la ansiedad, el individuo puede evitar situaciones que considera de alto riesgo, como estar cerca de una ventana abierta o usar objetos afilados.
¿Son peligrosas las fobias de impulsión?
A pesar del temor que generan, es importante destacar que las personas que sufren estas fobias rara vez actúan sobre esos pensamientos, ya que les producen gran malestar y contradicen sus propios valores. Estos pensamientos no representan el deseo de la persona de llevar a cabo las acciones temidas, sino que, por el contrario, suelen ser contrarios a su voluntad.
Las personas que las padecen no son peligrosas para los demás. El verdadero peligro reside en el impacto psicológico que estos pensamientos causan en quienes los padecen. El miedo a perder el control puede derivar en niveles elevados de ansiedad, depresión y conductas evitativas.
Relación con el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC)
Las fobias de impulsión están estrechamente relacionadas con el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC). De hecho, en muchos casos, las fobias de impulsión son consideradas una manifestación específica de TOC, particularmente en lo que se refiere al subgrupo de TOC conocido como «TOC puro» o «TOC puramente obsesivo».
En el TOC puro, los síntomas principales son las obsesiones (pensamientos intrusivos y angustiantes) y las compulsiones mentales, más que las compulsiones comportamentales evidentes.
Aunque las fobias de impulsión y el TOC comparten muchas características, hay algunas diferencias clave. En el TOC, la persona suele realizar rituales mentales o conductas repetitivas (compulsiones) para reducir la ansiedad asociada con las obsesiones. En cambio, en las fobias de impulsión, la ansiedad se maneja a menudo a través de la evitación de situaciones consideradas peligrosas.
Por ejemplo, alguien con TOC podría revisar repetidamente si ha cerrado la puerta para asegurarse de que no se produzca una intrusión. Por otro lado, una persona con una fobia de impulsión podría evitar estar cerca de una ventana alta por temor a un impulso repentino de saltar.
Ambos trastornos comparten un mecanismo cognitivo llamado «fusión pensamiento-acción», en el cual las personas creen que tener un pensamiento sobre un acto es moralmente equivalente o que aumenta la probabilidad de que ocurra en realidad. Sin embargo, esto no es así.
Causas y factores de riesgo
Las fobias de impulsión, al igual que otros trastornos de ansiedad, tienen causas multifactoriales. Aunque no existe una causa única, diversos factores contribuyen a su desarrollo. A nivel psicológico, las personas que tienden a ser perfeccionistas o que tienen un alto nivel de autoexigencia pueden ser más vulnerables a las fobias de impulsión. La experiencia de trauma o estrés significativo también puede predisponer a la aparición de estas fobias.
Impacto en la vida cotidiana
El impacto de las fobias de impulsión puede ser profundo y debilitante. El constante temor a perder el control puede llevar a la persona a evitar una amplia gama de situaciones, desde actividades sociales hasta tareas cotidianas. Esta evitación refuerza la fobia, alimentando el ciclo de ansiedad y restricción.
Además, la angustia constante puede afectar las relaciones interpersonales. La persona puede volverse más dependiente de los demás para sentirse segura, lo que puede generar tensiones y malentendidos. La fobia también puede afectar el rendimiento en el trabajo o en la escuela, ya que la concentración y la capacidad de tomar decisiones pueden verse comprometidas por la preocupación constante.
La lucha constante con estos pensamientos intrusivos puede llevar a la persona a desarrollar depresión, baja autoestima y sentimientos de culpa o vergüenza por tener esos pensamientos, incluso si nunca actúan en consecuencia.
Además, suelen tener un alto grado de intolerancia a la incertidumbre. Esto significa que experimentan una gran angustia ante la posibilidad de que sus peores temores puedan ocurrir, incluso si la probabilidad es extremadamente baja.
Si crees que tú o alguien de tu entorno puede tener fobia de impulsión:
1. Reconoce el problema: Lo primero es entender que los pensamientos intrusivos que estás experimentando no son un reflejo de tus verdaderos deseos o intenciones. Las fobias de impulsión generan miedo a perder el control, pero estos pensamientos son irracionales y no significan que realmente vayas a actuar de esa manera.
OJO – Tener pensamientos intrusivos sobre perder el control es algo que muchas personas pueden experimentar de manera puntual. Tener estos pensamientos de vez en cuando, si no son recurrentes y no interfieren en nuestro día a día, no debería ser motivo de alarma y NO significa que tengamos ningún tipo de trastorno. Si alguna vez te ocurre, no le des importancia. Todos tenemos pensamientos intrusivos en algún momento.
2. Evita la autocrítica: Es común sentir vergüenza o culpa por tener estos pensamientos, pero recuerda que no estás solo/a. Muchas personas experimentan fobias de impulsión, y estos pensamientos no te definen. Evita juzgarte por tenerlos.
3. Busca apoyo profesional: Hablar con un psicólogo o psiquiatra es un paso crucial. La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) es particularmente eficaz para tratar este tipo de trastornos.
4. Aprende técnicas de manejo de la ansiedad: Practica técnicas de relajación o de conciencia plena, como la respiración profunda, la meditación o el mindfulness. Estas herramientas pueden ayudarte a reducir la ansiedad cuando surgen pensamientos intrusivos.
5. Evita la evitación: Aunque la evitación puede parecer una solución en el corto plazo, en realidad tiende a fortalecer la fobia. Enfrentar tus miedos con el apoyo adecuado es clave para superarlos.
6. Informa a tu entorno cercano: Si te sientes cómodo, compartir tus experiencias con amigos o familiares de confianza puede aliviar la carga emocional. A veces, hablar sobre lo que estás viviendo puede reducir el aislamiento y ayudarte a obtener apoyo.
Superar una fobia de impulsión lleva tiempo, y es normal tener altibajos en el proceso. Lo importante es mantener el compromiso con el tratamiento y confiar en que la mejora es posible.
Júlia Tarancón Estades
Psicóloga Col. No B-3232