El perfeccionismo es un aspecto que la sociedad entiende como algo bueno, positivo y que hay que premiar, pero ¿qué pasa cuando se lleva al extremo?
Por sí mismo el perfeccionismo no es positivo o negativo. Éste puede dividirse en dos factores: preocupaciones perfeccionistas y esfuerzos perfeccionistas. En este sentido, dependiendo del factor que predomine podremos clasificar el perfeccionismo como adaptativo y desadaptativo, siendo los extremos de un continuo.
Por un lado, los esfuerzos perfeccionistas hacen referencia al perfeccionismo más sano. Incluye aquellas personas que buscan conseguir sus objetivos y superarse a sí mismas. En este caso, las metas propuestas son altas pero realizables y los criterios no son excesivamente rígidos. Es decir, son conscientes de sus propios límites y buscan la excelencia, pero en el caso de no lograr sus metas, mantienen la motivación y la ambición sin autoevaluarse de forma negativa ni sentir que han fracasado.
Por otro lado, las preocupaciones perfeccionistas son las que se relacionan con el perfeccionismo negativo y desadaptativo. Se caracteriza por una gran preocupación y miedo por cometer errores. Se trata de un perfeccionismo autoimpuesto con una elevada autocrítica.
Las personas con perfeccionismo disfuncional tienden a ponerse unos criterios de calidad muy elevados y exigentes. Realizan grandes esfuerzos para poder lograr esos estándares, aunque eso conlleve sufrimiento. Se suelen caracterizar por ser personas que no están totalmente satisfechas con lo que hacen y van con mucho cuidado en la realización de tareas, teniendo en cuenta todos los detalles ya que no toleran cometer errores. Asimismo, presentan un sesgo atencional hacia lo negativo. Es decir, se fijan en aquellos detalles que han hecho mal o no han cumplido con los estándares establecidos minimizando los logros conseguidos, a pesar de todo el esfuerzo realizado.
Este perfeccionismo puede estar presente en uno o varios aspectos de la vida. Algunas personas únicamente serán perfeccionistas en un área de su vida, como por ejemplo el trabajo, pero la mayoría suelen serlo en diversos aspectos como: trabajo y/o estudios, deporte y ejercicio, apariencia física y/o peso, amistades y relaciones sociales, hobbies, apariencia de la casa, cuidado de los hijos/as…
Las consecuencias de este perfeccionismo desadaptativo son:
El perfeccionismo disfuncional por sí mismo no es un trastorno mental, pero si se mantiene en el tiempo y se cronifica puede llegar a desarrollarse un trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo o un trastorno obsesivo compulsivo.
El tratamiento psicológico está orientado a trabajar aquellos componentes que resultan desadaptativos. Concretamente se hace hincapié en aquellos pensamientos y conductas que se encuentran en la base del perfeccionismo y se fomenta la autocompasión con los errores y lo que se entendide como un fracaso.
¿Te cuesta disfrutar de no hacer nada?, ¿te sientes culpable por no haber hecho lo que, según tú, deberías haber hecho?, ¿Nunca acabas de estar satisfecho/a con las cosas que haces?, cuando consigues algo que te has propuesto, ¿solamente eres capaz de disfrutarlo durante un corto plazo de tiempo?, ¿te criticas a ti mismo/a si no llegas al objetivo que te habías marcado?, ¿te fijas demasiado en tus errores?
Si has respondido que sí en la mayoría de las preguntas puede que hayas caído en el perfeccionismo disfuncional. Si es así y quieres aprender a gestionarlo para sentirte mejor estaremos encantados de ayudarte.
Psicóloga Col. No B-03427