Marc es un chico de 22 años, estudiante de ingeniería que vive con su pareja, Jose, de 25 años, opositor a bombero. Hasta aquí, muchas personas afirmarían que se trata de una relación entre dos hombres, y que por tanto, son homosexuales. ¿Lo dirías tú?
Disculpa, se me olvidan varios detalles. Marc nació con cuerpo y genitales femeninos, lo llamaban Claudia hasta sus 11 años, cuando confesó a sus padres que era un chico trans. A los 15 inició un proceso de hormonación, se cambió de nombre y sexo en sus documentos de identidad, y más tarde se sometió a una mastectomía. Marc no tiene intención de modificar sus genitales. Jose, por su cuenta, es un chico cisgénero y bisexual, aunque desde que está con Marc, dice identificarse más con la etiqueta de pansexual. ¿Lo entiendes mejor ahora, o te acabo de liar?
Este es un ejemplo ficticio, aunque no queda nada lejos de cualquier realidad que podamos encontrarnos a día de hoy. Sería un reflejo muy claro de la diversidad sexual y de género que existe en nuestra sociedad. El motivo por el que muchos reconocerían esa relación como homosexual (nada mal dicho), es porque ya tenemos muy interiorizado el concepto de orientación sexual. No obstante, si añadimos el concepto de identidad a la ecuación, muchos se pierden, ¡y no es para menos! Entenderlo implica deconstruir una visión del ser humano que ha sido enraizada durante siglos: la presunción de que somos heterosexuales y cisgénero.
En este artículo intentaremos esclarecer qué es la identidad de género y qué es ser una persona transgénero. Para entenderlo, no podremos basarnos únicamente en definiciones escuetas, sino que deberemos pararnos a observar su complejidad. Para acabar, haremos un breve apunte sobre cómo podemos acompañar a las personas trans desde la psicología.
¿Qué es la identidad de género?
Para comprender el concepto, habrá que saber qué significa identidad, y qué significa género. Cuando hablamos de identidad, nos referimos a lo que una persona “se vive”, con todo lo que eso supone. Dicha vivencia corresponde a la esfera más íntima de la persona, por lo que no está regida únicamente por lo que los demás consideran o por lo que hace dicha persona. Por su parte, el género es la construcción social, cultural y simbólica de lo masculino y lo femenino. Según el lugar, la sociedad y el momento histórico en el que nos encontremos, a cada género se le asignarán un conjunto de comportamientos, gestos, emociones, actitudes, vestimenta, juegos, profesiones, roles, etc.
Por ese motivo no solemos ver a hombres con falda, aunque en la vestimenta tradicional escocesa sea común. Por ese mismo motivo, hasta hace pocas décadas, era difícil ver a mujeres con pantalones. Por ese motivo, sigue habiendo más mujeres auxiliares de vuelo y enfermeras que hombres auxiliares de vuelo y enfermeros. Por ese motivo, se llama “marimacho” o “marica” a esas personas cuya expresión es la que se asigna a su género opuesto. Y así podríamos seguir listando ejemplos y más ejemplos que reflejasen la omnipresencia del género en nuestras vidas.
Entonces, la identidad de género hace referencia a la vivencia de uno mismo como hombre o como mujer (pero también como ambos o como ninguno, explicado más abajo).
La complejidad crece cuando vemos que debemos separar la identidad de género, de la orientación sexual y de la identidad sexual.
- La orientación sexual hace referencia a qué sexo/género me atrae, o a de quién me enamoro (sexo-afecto). De ahí las etiquetas de heterosexual, gay, lesbiana, bisexual y asexual.
- La identidad sexual hace referencia a las características físicas y biológicas que nos diferencian entre mujeres y hombres. Se diferencian por las características sexuales primarias (ovarios/testículos, pene/vagina) y secundarias (vello corporal, voz, pecho, anatomía general). Aquí es común olvidarse de las personas intersexuales, que serían aquellas que nacen con características de ambos sexos. Existen distintas anomalías que pueden causarlo. En función de cada una, se manifestará de una u otra forma. Suelen tener órganos reproductores que están a camino entre el masculino y el femenino.
Entendamos que estamos leyendo este artículo porque tradicionalmente se ha presupuesto la heterocisnormatividad. Es decir, se ha presupuesto que una persona nace:
- de un sexo determinado (identidad sexual, en la que solo se puede ser hombre o mujer, no intersexual),
- siendo heterosexual (orientación sexual mayoritaria y deseable)
- y cumpliendo los cánones de comportamiento, expresión, carácter, etc., que se le asignan por su sexo (identidad de género cis).
El problema es que esa visión se aleja mucho de la realidad, la cuál es mucho más diversa.
Por ejemplo, una misma persona puede nacer con características biológicas y anatómicas del sexo femenino, como Marc, identificarse como hombre, como Marc, y sentirse atraído sexual y afectivamente por hombres, como Marc. Marc es una persona transgénero. Es decir, Marc es una persona que se identifica con un género distinto al que se le asignó por su sexo al nacer.
Y a partir de aquí, se abre un abanico aun mayor de preguntas: ¿Cuándo surge la identidad de género? ¿Cómo se forma? ¿Hay distintos tipos? ¿Es lo mismo trans que transexual? Etc.
Diversidad dentro de la diversidad
Si hablamos de personas transgénero, hablamos de procesos identitarios, de procesos vitales en sí mismos, y muchas veces, de transiciones. Cada una de esas personas vivirá un proceso único, irrepetible y no estandarizado.
En cuanto al ¿cuándo?
La identidad de género se forma a lo largo del ciclo vital, puesto que el género está presente en todo momento. La conciencia de la propia identidad y las dudas al respecto también pueden aparecer en distintos momentos. A continuación, se aporta un cuadro resumen:
CONCIENCIA DE IDENTIDAD DE GÉNERO | DUDAS SOBRE LA ID. DE GÉNERO A LO LARGO DEL CICLO VITAL |
El los primeros meses: los bebés pueden discriminar entre hombres y mujeres a partir de la forma de sus rostros y sus tonos de voz. | |
A los dos, tres o cuatro años: los infantes tienen mucha información sobre lo que la sociedad considera apropiado para cada sexo. | En edad preescolar pueden presentar comportamientos generalizados de otro género y pueden presentar el deseo expreso de ser del otro género, o menos habitualmente, pueden etiquetarse a sí mismos como un miembro del otro género. |
En infantes mayores de 4 años: Comparan su comportamiento, expresión y roles de género con el de otras personas.Pueden reconocer cuándo un comportamiento, un gusto o una forma de ser (incluyendo los propios), son diferentes de lo que la comunidad espera de su sexo asignado. | En algunos casos, el deseo expreso de ser del otro género aparece a la entrada de la escuela primaria. Una pequeña minoría expresan incomodidad con su anatomía sexual o expresará desear tener la anatomía sexual del otro género (el sentido). En menores de 8 años, es poco frecuente que expresen disforia anatómica extrema o persistente. La disforia se vuelve más común cuando se aproxima la pubertad. |
Adolescencia y juventud: Se trata de una crisis identitaria en sí misma, incluyendo la sexual y de género. En ese momento, muchas personas pueden confrontar y retar dichas expectativas, normas y valoraciones de género en la búsqueda de una identidad personal. | Adolescencia y juventud: Es una época convulsa en la que puede pasarse por momentos de confusión sobre lo que uno es. No es raro que personas con disforia en la pubertad, ahora se identifiquen como personas cis homosexuales o bisexuales, pero más tarde reaparezca la disforia. |
Adultez y adultez mayor: en general, continúa el proceso de construcción de la identidad con el género, con una mayor aceptación e integración personal. Las personas se pueden replantear su identidad con el género a cualquier edad. |
Exceptuando casos muy claros, es habitual que, en los casos que aparecen entre la pubertad y la adolescencia, se opte por esperar un tiempo prudencial hasta poder confirmar tanto la condición de persona transgénero, como la decisión de someterse a tratamientos médicos.
En cuanto al ¿cómo?
Puesto que cada proceso es único e irrepetible, ya vemos que unos mostrarán seguridad en su identidad desde edades tempranas, y otros pasarán por momentos de duda; que unos se darán cuenta antes, y que otros más tarde. Sin embargo, esto irá acompañado por otros muchos factores que reforzarán esas individualidades. Entre los más importantes están: el entorno, la deconstrucción del género, la transición y la salud mental.
- Entorno: como podrás imaginar, no es lo mismo identificarte como transgénero en un país como España, que en un país donde eso esté penado con cárcel. Tampoco es lo mismo vivirlo en una ciudad que en un pueblo, en una familia tolerante o en otra tránsfoba, crecer en un colegio donde se te hace bullying por tu identidad o en otro en el que se te respeta, etc.
En función de las circunstancias del entorno, reconocerte como persona trans y darlo a conocer puede ser más o menos difícil. Y después de ese primer paso, vivir de manera plena y satisfactoria tampoco va a ser siempre fácil. Tener acceso a terapias de hormonación, poder cambiarte el nombre en el registro, no ser discriminado en el mundo laboral, y otras muchas cosas, pueden llegar a ser vividas con mucha incertidumbre y como todo un campo de batalla.
- La deconstrucción del género: Aunque sigue habiendo todo un conjunto de características que se asocian a lo masculino y otras a lo femenino, la realidad es que de cada vez va difuminándose más el límite entre ambos conceptos.
Añadido a lo anterior, hay personas que no sienten pertenecer a ninguno de estos dos polos, que no se sienten ni femeninos ni masculinos. Se llaman personas no binarias. También hay personas que sienten fluir su identidad entre lo masculino y lo femenino, a veces en función del contexto.
El cuestionamiento de todo esto hace los procesos identitarios más ricos y más flexibles, sobre todo desde el momento en que forma parte del diálogo social y de la educación.
- Transición: Relacionado con el entorno, la deconstrucción del género y el ritmo al que uno sea capaz de identificarse, cada persona tendrá un proceso identitario único, como decíamos al inicio. Para muchas personas trans, habrá un momento en ese proceso en el que necesiten y/o decidan hacer una transición, su transición.
La transición es ese periodo en el que la persona trans adopta esas herramientas que puede y/o cree convenientes para poder vivir acorde a su género sentido. No hay dos transiciones iguales, por lo que tampoco hay un solo criterio para decidir cuándo empieza y cuándo termina una transición. Habrá personas en las que su transición consista en una hormonación y una cirugía de reasignación de sexo. Otras solo querrán vestirse acorde a como ellos se sientan cómodas, otras harán un proceso de hormonación, pero no considerarán necesario ningún tratamiento quirúrgico. Muchos irán cambiando de parecer a lo largo de su proceso identitario, y su transición se parará y reanudará las veces que haga falta y/o se pueda. Y por último, habrá personas que se consideren trans y no necesiten hacer ningún tipo de transición.
En ese sentido, se pueden diferenciar los términos transgénero y transexual. Transgénero se conserva como ese término paraguas que hace referencia a la diversidad de identidades de género no normativas. Transexual se refiere a esa persona que ha decidido iniciar algun tipo de transición, bien sea a nivel estético, social, anatómico-genital, u otra que se precie.
Aun así, muchas personas del colectivo transgénero no aceptan esa diferenciación, y prefieren usar la etiqueta trans para referirse a cualquiera de ellas, independientemente del momento de su proceso personal en el que se encuentren.
- Salud mental: Preservar la autoestima y la valoración personal a lo largo del propio proceso identitario puede ser toda una montaña rusa. Sobre todo el entorno va a ser el que determine las dificultades que tendrá la persona para construir su proyecto de vida. Un proyecto de vida en el que pueda sentirse realizada y feliz siendo quien es. A mayor aceptación y facilidades del entorno, mejor salud mental tendrá la persona.
Por último, en ese apartado cabe añadir el concepto de “disforia de género”. Se trata de un término médico que se refiere al malestar o sufrimiento causado por la discrepancia entre la identidad de género de una persona y el sexo que se le ha asignado al nacer. Es importante hacer mención a él porque está íntimamente relacionado con la salud mental de las personas trans y solo unas pocas lo experimentan. Si bien el resto también la pueden sufrir, en el caso de que las intervenciones deseadas no sean posibles.
El papel del psicólogo en el acompañamiento de personas trans
Desde la disciplina de la psicología, surge la que se conoce como Psicología Afirmativa LGBT+. Es la psicología aplicada a las dificultades específicas que afectan a la salud mental de las personas con diversidad sexual y de género (es decir, mujeres lesbianas, hombres gays, personas bisexuales, transgénero y todas aquellas comprendidas en el abanico de la diversidad queer).
Si pudiéramos resumir su labor, diríamos que actúa sobre tres aspectos:
- El proceso de aceptación de la propia identidad sexual.
- El estrés generado por el entorno, las secuelas de la LGBT+fobia.
- Todas las experiencias diferenciales del colectivo LGBT+.
Para saber más sobre este tema, te invitamos a que leas la entrada de blog dedicada a ello: Psicología Afirmativa LGBT+.
Guillem Nicolau Coll
Psicólogo General Sanitario
Nºcol.: B-02773