CÓMO GESTIONAR LAS DISCUSIONES CON LAS PERSONAS CON LAS QUE CONVIVIMOS

Las personas, en cualquier relación, podemos llegar a discutir, por muchos motivos diferentes. Sabemos que en las relaciones de pareja son comunes las discusiones por no entendernos o por no estar de acuerdo en algo; sin embargo, esto nos puede ocurrir también con nuestros padres o madres, hermanos/as, amigos/as, compañeros/as de piso…o incluso con personas desconocidas.

Durante este período excepcional de confinamiento, es muy normal poder llegar a discutir con más facilidad; ya que pasamos mucho tiempo con las mismas personas durante muchos días seguidos, nuestro humor cambia y es probable que estemos más irritables, quizá tengamos más dificultad para encontrar nuestro espacio sin que nadie nos moleste, que podamos tener ansiedad por no saber manejar bien la situación, entre otras cosas.

CUANDO LA EMOCIÓN ME DOMINA

Recordamos que la amígdala es una de las partes de nuestro cerebro que se encarga de gestionar nuestras emociones y nuestros sentimientos, de forma que se activa cuando nos sentimos tristes, furiosos/as, solos/as, etc. Pero hay que tener en cuenta que cuando la emoción es muy intensa, la amígdala genera como una ‘explosión’ emocional, haciendo que, a través del sistema límbico, mande señales a nuestra corteza prefrontal inhibiendo parte de su respuesta. Esto quiere decir que, cuando la amígdala se pone en marcha, nos es mucho más difícil hablar con la razón y, por tanto, hablamos mucho más desde nuestra emoción.

Es por esto que, cuando nos enfadamos, es como si la ira “secuestrase” a nuestra mente y e hiciera que actuásemos, muchas veces, de una forma que realmente no deseamos, llegando, a veces, a tener consecuencias desagradables para nosotros/as mismo/as. Por eso, es muy importante que tomemos conciencia de nuestras emociones, para poder gestionarlas y actuar como realmente queremos, no en base a las emociones que nos dominan en ese momento.

¿QUÉ PODEMOS HACER PARA CONTROLAR NUESTRA EMOCIÓN?

Lo primero de todo saber identificar nuestras emociones. En este caso, el enfado, la rabia, la ira, la frustración del momento, es lo que nos va a indicar que algo está ocurriendo. No necesariamente la emoción tiene que ser muy intensa para poder identificarla, sino que a veces es leve y empezamos a notar que, si no lo frenamos en ese momento, la ira se apoderará de nosotros y después podremos arrepentirnos de lo que hemos hecho o dicho, o podremos hacer daño a la

persona con la que discutimos.
Cuando identifiquemos la rabia (leve, moderada o intensa), en el momento en el que

somos conscientes de que estamos muy enfadados/as, podemos utilizar lo que llamamos el “Tiempo fuera”, es decir, irnos de donde estemos, a otra habitación, salir a pasear o irnos a otro espacio que consideremos adecuado, para prevenir que vaya a más. En algunos casos puede ser buena idea utilizar ese momento para identificar, entender y canalizar de una forma adecuada esa emoción; es importante hacerlo sin hacer o hacernos daño. En otros casos mi emoción es tan intensa que necesitamos “un respiro” y no podemos gestionarla ni canalizarla de forma directa, sino que necesitamos “desconectar” un poco para luego volver a conectarnos con la emoción o el porqué de ella estando más calmados/as.

Como comentábamos, este “Tiempo fuera”, también puede servirnos para identificar el motivo del enfado: ¿Qué ha pasado?, ¿cómo me he sentido?, ¿por qué me he sentido así?, ¿qué ha dicho/hecho la otra persona?, ¿qué he dicho/hecho yo?, ¿he exagerado en parte?, ¿y la otra persona?, ¿hay parte en la que pueda darle la razón? Estas preguntas deben servirnos para ordenar y entender qué ha ocurrido, para así poder buscar una solución al respecto. Podemos escribirlo si lo necesitamos. Tras analizar lo que ha pasado, mis emociones y mis pensamientos; y conseguir racionalizarlo, viendo con un poco de perspectiva y habiendo pensado en alguna solución; puede ser buena idea volver con la persona con la que nos hemos enfadado, preguntarle si quiere hablar del tema y, si es el caso, hablar de lo ocurrido.

Habitualmente, un error que solemos cometer con frecuencia, es dejar pasar el tema; es decir, irnos, calmarnos, pero después no buscar hablar o solucionarlo, y esto es necesario para conocernos mejor, acercarnos, tratarnos y tratar con respeto al/la otro/a, prevenir futuras discusiones, etc.

¿QUÉ DEBEMOS TENER EN CUENTA PARA SOLUCIONAR EL CONFLICTO?

Hay diversos factores a tener en cuenta a la hora de solucionar un conflicto, porque separarnos a tiempo para poder calmarnos y pensar en lo que ha ocurrido, son los primeros pasos pero no son suficientes para solventar los problemas, sino que es necesario hablar y poder entendernos para llegar al consenso, al entendimiento, al cambio, o a lo que queramos conseguir.

  • Escuchar. Es importante si queremos entendernos; escuchar lo que la otra persona tiene que decirnos y viceversa.
  • Respetar el turno de palabra. Si intentamos hablar a la vez o no escuchamos lo que nos dicen e interrumpimos, será más difícil poder llegar a una solución.
  • Empatizar. Si escuchamos, podremos entender lo que le ha ocurrido y podremos saber qué

ha pasado para que la otra persona se enfade y viceversa. Si entendemos, podremos

ponernos en la piel de la otra persona.
Lenguaje. Debemos hablar de manera calmada. Recordemos que estamos intentando

solucionar un conflicto, por tanto si volvemos a alterarnos, es recomendable parar otra vez. El lenguaje no verbal también es importante, debemos mostrar receptividad a hablar y escuchar.

Hablar de mis emociones. Es importante hablar de mis emociones, de cómo yo me he sentido, responsabilizarme de ellas; no es útil hacer reproches o culpabilizar a la otra persona, en todo caso describiremos objetivamente lo que ha hecho/dicho antes de que yo me sintiera mal (no como causa de que me sienta así). Evitar expresiones que responsabilicen a la otra persona de nuestras emociones, tales como “Tú me has hecho sentir…”

Hablar solo del tema que nos ha hecho discutir. No es útil sacar otros temas, aunque sintamos que están relacionados o que forman parte del pasado, al intentar exponer cómo nos sentimos para buscar soluciones.

Buscar soluciones conjuntas. Podemos hacer peticiones de lo que queremos, buscando el consenso con la otra persona; si no está de acuerdo, podemos utilizar un tiempo para exponer ambas partes e intentar consensuar.

A veces, llegar al consenso y solucionar el problema puede ser un poco más complicado de lo que queremos. Para ello tenemos que ser conscientes de nuestras emociones, de saber si realmente es el momento adecuado para hablar del tema, si estamos preparados/as para ello… En ocasiones, posponer hablar del tema es más acertado, porque cada persona tiene un tiempo diferente para poder procesar lo ocurrido y saber cómo hacer frente a ello.

Saber identificar nuestras emociones, saber por qué me he enfadado, qué le ha pasado a la otra persona y entenderla, que la otra persona me entienda, escuchar o consensuar, no todo el mundo tiene las mismas habilidades para ello; por eso es importante empezar a practicarlo y, poco a poco, iremos mejorándolo.

Si las dificultades persisten podéis poner en contacto con nosotras, ya que disponemos de las herramientas necesarias para mejorar la comunicación y solucionar los conflictos que puedan surgir, ya sean de pareja o de cualquier otro tipo de relación.